Cuando pensamos en el síndrome de Tourette (ST), la imagen que a menudo viene a la mente es la de alguien gritando obscenidades, pero esa es solo la punta de un iceberg complejo y, para la mayoría, invisible por lo que, el Tourette es mucho más que un sonido o un movimiento involuntario; es una experiencia neurobiológica profunda que afecta a la vida de miles de personas.

    Ahora bien, imagina que tienes una picazón insoportable pero sabes que no debes rascarte, especialmente en público, pero la tensión aumenta y la incomodidad crece, hasta que tienes que ceder. Eso es lo más cercano a entender cómo se siente un tic.

¿Qué son los tics?:

    Son movimientos o vocalizaciones repentinas, rápidos y repetitivos, que la persona no puede controlar por completo. No son un capricho o una falta de voluntad; son una necesidad que el cerebro exige y se dividen en:

Tics Motores: Van desde un simple parpadeo constante o un encogimiento de hombros, hasta movimientos complejos como tocarse, saltar o hacer gestos.

Tics Vocales: Incluyen carraspeos, gruñidos, tos, repetición de palabras o, en los casos más mediáticos, la ya mencionada coprolalia.

¿Cuándo comienzan los primeros síntomas?

El Tourette se caracteriza por su aparición en la juventud:

Edad de Inicio: Los síntomas (tics) generalmente comienzan en la niñez, típicamente entre los 5 y 10 años de edad, aunque el diagnóstico formal debe ocurrir antes de los 18 años.

Primeras Manifestaciones: El síntoma inicial más común suele ser un tic motor facial simple, como un parpadeo o una mueca, que con el tiempo puede ser reemplazado por o sumarse a otros tics en el cuello, tronco o extremidades.

Evolución: Los tics suelen alcanzar su punto álgido en la adolescencia temprana y luego, en la mayoría de los casos, disminuyen notablemente en la edad adulta; incluso, muchos llegan a desaparecer por completo.

¿Cuál es la causa del Tourette ?

Hasta ahora, los científicos desconocen la causa exacta del Tourette, aunque sí se sabe que suele ser hereditario, por lo que se cree que la genética puede influir. También se ha descubierto que los problemas relacionados con la metabolización de los neurotransmisores cerebrales, sustancias como la dopamina que se encargan de regular el comportamiento y el movimiento, pueden contribuir.

Además, un reciente estudio encontró que las personas con este síndrome, en comparación con aquellas que no, poseen aproximadamente la mitad de una célula cerebral responsable de regular los signos del movimiento hiperactivo. Según resalta MayoClinic, este déficit podría explicar por qué las señales neuronales no se controlan normalmente, provocando los tics.

Un montaña rusa de emociones

    El Tourette no vive aislado, está profundamente entrelazado con el estrés, la ansiedad y las emociones, por lo que los tics suelen empeorar cuando la persona está estresada o ansiosa, y disminuyen cuando está concentrada o en calma. El impacto más doloroso de este síndrome no suele ser el tic en sí mismo, sino la reacción del entorno. La burla, la incomprensión y el juicio pueden llevar a:

Aislamiento: Muchos jóvenes con Tourette dudan en participar en actividades sociales o conocer gente nueva por miedo a ser juzgados.

Problemas de Salud Mental: La vergüenza constante, la baja autoestima y la frustración ante la falta de control aumentan el riesgo de sufrir depresión y ansiedad.

    Además, la mayoría de las personas con Tourette también conviven con otros desafíos, siendo el TDAH (déficit de atención e hiperactividad) y el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) las condiciones más frecuentes que a menudo complican más su vida diaria que los propios tics.

El tratamiento se centra en brindar herramientas para vivir mejor:

La terapia es la clave: La Intervención Integral del Comportamiento para los Tics (CBIT) enseña a la persona a reconocer esa sensación premonitoria antes de que llegue el tic y a realizar un movimiento alternativo que es incompatible con el tic. Es un entrenamiento cerebral que recupera parte de ese control perdido.

Medicamentos: En los casos severos, ciertos fármacos pueden ayudar a «bajar el volumen» de los tics, aunque siempre se utilizan con cuidado debido a sus posibles efectos secundarios.

Educación y Aceptación: Este es el tratamiento más importante para la sociedad. Comprender que el Tourette es un problema neurológico (y no un capricho) reduce el estigma. La aceptación de la familia, amigos y comunidad es vital para que la persona pueda vivir sin el constante miedo al juicio.

    Al final, el síndrome de Tourette es un recordatorio de la increíble complejidad del cerebro humano. Es una lucha diaria contra un impulso, pero también es una prueba de la resiliencia de quienes aprenden a navegarlo, a menudo con un sentido del humor admirable, buscando no solo la tolerancia, sino la comprensión genuina.

Fuente: Medios Digitales

360°/PG/OBP