Un hongo invisible al ojo humano, el género Aspergillus, está convirtiéndose en una amenaza cada vez mayor para la salud mundial. Común en el suelo, el polvo y los materiales en descomposición, este microorganismo puede invadir nuestro cuerpo y causar una enfermedad grave llamada aspergilosis.

Durante mucho tiempo, estos hongos pasaron desapercibidos, pero el calentamiento global está cambiando esta tendencia. Científicos advierten que la aspergilosis se está volviendo más frecuente y peligrosa, afectando incluso a personas inmunocomprometidas.

Médicos describen cómo estos hongos parecen “devorar desde dentro” a sus pacientes, invadiendo órganos y vasos sanguíneos, y en casos severos, causando la muerte en pocos días si no se detecta a tiempo.

El cambio climático juega un papel clave. Los hongos, adaptándose al calor, están evolucionando para soportar temperaturas corporales humanas y resistir a los antifúngicos utilizados en medicina.

Esto provoca que algunas cepas sean multirresistentes a medicamentos como el voriconazol, lo que puede crear una “crisis silenciosa” de infecciones difíciles de tratar.

Este riesgo es aún mayor porque Aspergillus está en todas partes: en el aire, en los edificios y en hospitales. Sus síntomas iniciales a menudo se confunden con otras enfermedades respiratorias, dificultando un diagnóstico temprano.

La aspergilosis puede presentarse en formas leves o graves, pero en su versión más agresiva, avanza rápidamente, destruyendo el tejido pulmonar y propagándose por todo el cuerpo, especialmente en personas con trasplantes, cáncer o enfermedades autoinmunes. La tasa de mortalidad en estos casos puede superar el 50%.

La Organización Mundial de la Salud ya ha incluido a Aspergillus fumigatus en su lista de prioridades por su resistencia creciente a los tratamientos actuales.

Este hongo no solo es un oportunista, sino un depredador evolutivo que se aprovecha del calentamiento global para multiplicarse y volverse más resistente. La comunidad científica pide tomar en serio esta amenaza que puede alterar radicalmente nuestra relación con los microbios y la salud pública global.

Fuente: VTV

360°/PG/OBP