La amargura que muchas personas sienten no aparece de la nada. El psicólogo Antoni Bolinches ha dedicado años a estudiar este malestar emocional y ha identificado una causa central: la memoria humana no es imparcial, sino selectiva.
Según Bolinches, tendemos a idealizar el pasado y a silenciar lo desagradable, no por capricho, sino como una forma natural de protegernos frente a las tensiones actuales y la incertidumbre del mañana.
“La memoria tiene tendencia a percibir lo bueno en el perfil del optimista, y, por desgracia, a recordar lo malo en el perfil del pesimista. El recuerdo se convierte en un refuerzo o profecía autocumplida”, explicó.
El vínculo entre lo que recordamos y lo felices que somos es más estrecho de lo que parece. Bolinches sostiene que olvidar también es necesario para vivir en paz.
“Si no pudiéramos olvidar, no podríamos ser felices. Las personas que se amargan la vida suelen mantener vivos los recuerdos negativos del pasado”, afirmó. Para él, el enfoque vital es lo que determina si alguien disfruta la vida o la padece.
Como estrategia para liberarse de ese peso emocional, el psicólogo propone trabajar el diálogo interior.
“Para no engañar a la propia memoria, propongo hablar con nosotros mismos y desarrollar la capacidad de resistir la frustración”, recomendó. Aceptar las malas experiencias, en lugar de negarlas o reprimirlas, es lo que permite reinterpretarlas y avanzar.
360°/AR/OBP