A lo largo de la historia, cada generación de maestros ha reflejado las prioridades y tecnologías de su tiempo, moldeando estilos y formas de enseñar que evolucionan continuamente.
- La Generación Silenciosa (antes de 1946): Educativa y rígida, basada en la disciplina y la memorización. Recursos escasos, como la pizarra de tiza y libros impresos, pero un respeto incuestionable por la autoridad del maestro.
- Los Baby Boomers (1946-1964): Crecieron con modelos tradicionales más accesibles, que valoraban la estabilidad y la autoridad del docente. Introdujeron las primeras radios y televisores educativas, apuntalando la expansión de la educación pública.
- La Generación X (1965-1980): Inició una apertura crítica en la formación, promoviendo la independencia y el pensamiento práctico. Comenzaron a usar computadoras, laboratorios y recursos tecnológicos básicos, prefigurando la digitalización.
- Los Millennials (1981-1996): Vivieron la transición digital, con internet y plataformas virtuales. Aprendieron a buscar información por sí mismos y a trabajar en entornos colaborativos, cambiando la interacción educativa.
- La Generación Z (1997-2012): Nacieron en un mundo hiperconectado, donde la tecnología y la personalización son esenciales. El aula se extendió más allá de las paredes físicas, con smartphones, YouTube y plataformas educativas en línea.
- La Generación Alfa (2013-2025): Son nativos digitales totales; aprenden con tecnologías inmersivas como la realidad virtual y la inteligencia artificial. La educación se vuelve aún más personalizada, basada en datos y en experiencias multisensoriales.
¿Qué nos dice esto sobre la formación de los maestros?
La formación debe adaptarse a estas transformaciones: no sólo en conocimientos técnicos, sino en autoconocimiento y habilidades emocionales. La verdadera innovación educativa pasa por preparar docentes que puedan comprender y conectar con sus alumnos en un mundo cada vez más digital y desafiante.
La evolución de las generaciones en la educación revela una clave: los cambios en quién enseña y cómo lo hace, reflejan también los cambios en qué y cómo deben aprender los estudiantes. Solo así podremos construir un sistema que realmente prepare para el futuro.
Fuente: Web del Maestro
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