En once rincones de Venezuela, cientos de personas —principalmente hombres— se visten con trajes coloridos y máscaras impactantes para rendir homenaje al Santísimo Sacramento. Son los Diablos Danzantes de Venezuela, una manifestación única reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Este rito ancestral entró en la lista representativa de la Unesco el 6 de diciembre de 2012. Se convirtió así en la primera expresión venezolana en recibir tal distinción, que reconoce su autenticidad, su origen ancestral y su papel como reflejo de la dinámica social de los pueblos del mundo.
Durante más de tres siglos, las comunidades de Cata, Cuyagua, Ocumare de la Costa, Turiamo y Chuao en el estado Aragua, junto a Patanemo y San Millán en Carabobo, Naiguatá en La Guaira, Yare en Miranda, San Rafael de Orituco en Guárico y Tinaquillo en Cojedes, han mantenido viva esta expresión de fe.
Promesa, devoción y tradición
Los promeseros, quienes pagan una promesa, comienzan sus preparativos la víspera del noveno jueves después del Domingo de Resurrección. Se sumergen en oraciones y rituales, y al amanecer del Corpus Christi, se visten con trajes confeccionados con esmero, cargados de símbolos que invocan protección y espiritualidad.
Las máscaras y atuendos varían según cada localidad, lo que añade riqueza y diversidad al rito. Aunque todos rinden culto al mismo misterio sagrado, cada comunidad aporta una estética propia.
Con los Diablos Danzantes, Venezuela suma 13 patrimonios culturales inmateriales reconocidos por la Unesco, reflejo vivo de su historia y de su identidad como nación.
360°/AR/OBP