En 2023, la cantidad de basura electrónica generada alcanzó las 62 millones de toneladas. La proyección indica que para 2030 esa cifra subirá a 82 millones, advierte el informe Global E-waste Monitor 2024 de la ONU y la UIT. Este crecimiento descontrolado representa un grave peligro ambiental.

Solo el 22,3% de los residuos electrónicos recibe un reciclaje formal. La mayoría termina en vertederos, se quema o destruye en países en vías de desarrollo, donde sus materiales tóxicos contaminan suelos y aguas. Los metales pesados como plomo, mercurio y cadmio ocasionan daños a la salud humana y al ecosistema.

La IA acelera la acumulación de residuos peligrosos

La inteligencia artificial intensifica el problema. La demanda de hardware especializado —como chips y centros de datos— aumenta rápidamente, generando residuos difíciles de reciclar. Muchos servidores para IA dejan de usarse en solo 2 o 3 años, mucho antes que la tecnología tradicional, que dura entre 5 y 7 años.

Empresas occidentales diseñan procesadores con alto consumo energético, que se reemplazan con rapidez, sumando aún más basura tecnológica. Un estudio de 2019 calcula que entrenar un modelo avanzado de IA emite hasta 284 toneladas de CO₂, equivalente a las emisiones de cinco autos durante toda su vida útil.

El consumo eléctrico de los centros de datos se duplicará para 2030, alcanzando unos 945 TWh. La mayor demanda de energía agrava aún más la crisis ecológica, incrementando la huella ambiental de la digitalización.

La exposición a sustancias tóxicas en los residuos amenaza nuestra salud

La ONU advierte que la exposición a residuos electrónicos peligrosos puede producir cáncer, daños neurológicos y problemas reproductivos. Personas que trabajan en el desmantelamiento en países en desarrollo enfrentan condiciones peligrosas y sin protección adecuada, en contacto con sustancias como plomo, mercurio y hidrocarburos aromáticos.

Gran parte de la basura electrónica de EE.UU. y Europa termina en lugares como Ghana, Nigeria y Pakistán, donde las desmantelan en condiciones insalubres, contaminando suelos y ríos.

¿Podemos solucionar esta crisis?

Aunque existe el Convenio de Basilea, ratificado por 190 países, que regula el movimiento transfronterizo de residuos peligrosos, su impacto sigue siendo limitado. Muchas empresas anuncian programas de reciclaje, pero recuperan solo una fracción mínima de sus productos.

En 2024, la Unión Europea aprobó una ley que obliga a los fabricantes a ofrecer 10 años de actualizaciones de software, para reducir la obsolescencia programada. Este paso puede ayudar a disminuir la cantidad de residuos electrónicos generados en el futuro.

Es vital que todos actuemos con responsabilidad. Reciclar correctamente, reducir el consumo innecesario y apoyar leyes que protejan nuestro medio ambiente conforman el camino para disminuir esta crisis ambiental que crece día a día.

Fuente: Extra News Mundo

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