El boicot internacional contra empresas con vínculos con Israel está dando resultados claros. Starbucks, en particular, ha sido fuertemente afectada: en tres meses, sus ventas fuera de EE.UU. bajaron un 6%, 2,000 empleados fueron despedidos en Oriente Medio y, en diciembre, perdió 11 mil millones de dólares en valor de mercado.

Aunque niega apoyar a Israel, la historia de su fundador, Howard Schultz, y sus acciones pasadas, han generado crítica y desconfianza. Lo mismo sucede con marcas como McDonald’s, Zara, Coca-Cola y Puma, que también enfrentan presión por sus supuestos vínculos.

El motivo principal del boicot fue una campaña por la condena de Starbucks en 2023 a un tuit que apoyaba a Palestina, alegando que el sindicato apoyaba a Hamas. Además, Schultz tiene un historial de apoyo a causas proisraelíes.

Expertos coinciden: el boicot funciona y las cifras lo prueban. Desde que empezó la ofensiva en Gaza, Starbucks ha perdido miles de millones, mostrando que no es solo simbólico, sino efectivo. La lección está clara: el boicot puede ser una herramienta poderosa para presionar y cambiar políticas y posturas de las grandes empresas.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Ahmad Alousi (@ahmad_alousi)

Fuente: RT

360°/PG/OBP