Después de una estancia imprevista de nueve meses en la Estación Espacial Internacional (EEI), los astronautas de la NASA Sunita Williams y Butch Wilmore, junto a sus colegas Nick Hague y el ruso Aleksandr Gorbunov, han regresado a la Tierra. Su nave de SpaceX aterrizó suavemente en las costas de Florida, donde un grupo de delfines los recibió en un espectacular amerizaje.
No obstante, el regreso de estos valientes exploradores trae consigo serias preocupaciones de salud. La exposición prolongada a la radiación y a la microgravedad puede provocar efectos adversos en el cuerpo humano, documentados desde hace décadas en estudios de vuelos espaciales. Williams y Wilmore, con 286 días en órbita, enfrentan retos físicos que van desde la atrofia muscular hasta problemas oculares.
La falta de gravedad provoca el deterioro muscular, ya que los músculos de las piernas y la espalda no ejercen el mismo esfuerzo. Además, la densidad ósea disminuye, aumentando el riesgo de fracturas. Otro problema que enfrentan los astronautas es el síndrome neuroocular, que afecta su visión debido al aumento de presión en los ojos y el cerebro. Este fenómeno, combinado con la reubicación de fluidos corporales en la parte superior del cuerpo, puede causar hipotensión ortostática, dificultando el equilibrio y la coordinación al regresar a la gravedad terrestre.
La odisea espacial ha dejado huellas profundas en estos astronautas, y ahora deben enfrentarse a su nueva realidad en la Tierra.
Fuente: El Universal
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