Por primera vez en medio siglo, Estados Unidos vive un fenómeno inédito: más personas abandonan el país de las que llegan para establecerse.
Un análisis conjunto del Brookings Institution y del American Enterprise Institute (AEI), dos centros de pensamiento con posturas políticas opuestas, estima que esta tendencia podría dejar un saldo migratorio negativo de hasta -650 mil personas en 2025, con una posible estabilización en -120 mil para 2026.
Este cambio tiene su origen en las políticas migratorias impulsadas durante la administración Trump. La combinación de cierres casi totales en la frontera sur, una fuerte reducción en la emisión de visas y un aumento en las deportaciones modificaron el flujo migratorio que, por décadas, alimentó el crecimiento económico y poblacional del país.
Desde su enfoque de centro-izquierda, Brookings advierte sobre los efectos económicos y sociales de esta caída. Sectores como la agricultura, la construcción y la hospitalidad ya enfrentan una escasez de trabajadores que podría encarecer los costos y frenar el ritmo económico. Además, alertan sobre las consecuencias demográficas, recordando que la inmigración ha sido esencial para compensar el envejecimiento de la población y la falta de personal en áreas sensibles como el cuidado de adultos mayores.
“Para ellos, la solución pasa por una reforma migratoria que amplíe las vías legales y reconozca el valor de los migrantes en la sociedad”.
Desde una visión conservadora, el AEI argumenta que es crucial mantener un control estricto sobre la inmigración ilegal y condiciona la legalización a procesos de verificación laboral exhaustivos.
“Esta visión también apoya la eliminación de programas como la Diversity Visa y restringe la reunificación familiar, medidas que generan polémica y críticas por su impacto en comunidades enteras”.
El descenso en el saldo migratorio no es solo una cifra: representa un viraje profundo en la identidad nacional y proyecta interrogantes sobre el rumbo que tomará el país en los próximos años.
360°/AR/OBP