Los gatos, en promedio, viven entre 13 y 17 años, mientras que los perros suelen hacerlo entre 10 y 13 años. Pero, ¿por qué existe esta diferencia? Un estudio reciente revela que no solo tiene que ver con su tamaño o características físicas, sino con un factor clave en su ADN: el sistema inmunológico.
Los científicos descubrieron que las especies con cerebros más grandes tienden a vivir más tiempo porque también desarrollan genes que fortalecen su sistema inmunitario, ayudándolos a mantenerse saludables por más años. Por ejemplo, animales como delfines y ballenas, que tienen cerebros enormes, pueden llegar a vivir hasta 100 años. Por otro lado, los ratones, con cerebros pequeños, apenas alcanzan uno o dos años de vida.
Lo interesante es que algunas especies pequeñas, como los murciélagos y las ratas topo, superan las expectativas y viven más, gracias a su genética inmunitaria avanzada. Esto sugiere que, en el caso de los gatos, su longevidad no solo depende de su tamaño cerebral, sino también de una poderosa defensa natural contra enfermedades.
En definitiva, la clave está en cómo la evolución ha favorecido a especies que invierten en fortalecer su sistema inmunológico, permitiéndoles vivir más tiempo. Todo esto explica, en parte, por qué nuestros queridos felinos pueden disfrutar de muchos años de compañía.
Fuente: RT
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