Aunque la población mundial crece en ciertos lugares, muchas comunidades, países y lenguas enfrentan una amenaza concreta de extinción. En las últimas décadas, el número de hijos por mujer ha caído en muchos países, llegando a niveles muy por debajo del necesario para mantener estable la población.

La baja natalidad, desequilibrios de género y la variabilidad natural en los nacimientos hacen que, en poblaciones pequeñas o aisladas, la desaparición sea casi inevitable si no se toman medidas.

Pero lo que parece un simple declive, en realidad es una crisis silenciosa respaldada por modelos matemáticos que demuestran que, en comunidades pequeñas, basta con unas pocas familias con pocos hijos para que las generaciones desaparezcan.

Los expertos indican que la tasa de fecundidad necesaria en estos contextos no es solo de 2 hijos por mujer, sino alrededor de 2,7 o incluso más, dependiendo del equilibrio de género y otros factores.

Sin ello, muchas comunidades están condenadas a extinguirse en pocas generaciones, perdiendo idiomas, tradiciones y culturas enteras.

Este problema no solo afecta a las naciones en desarrollo, sino también a países avanzados, donde la baja natalidad y los desequilibrios de género ya están acelerando la pérdida de población.

Es hora de repensar las políticas y adoptar estrategias que fomenten una mayor tasa de natalidad, no solo para crecer, sino para sobrevivir.

La extinción de comunidades no será fruto de un desastre, sino de decisiones tomadas hoy. Necesitamos actuar con urgencia para evitar que nuestro patrimonio cultural y humano desaparezca lentamente.

Fuente: Medios Internacionales

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