Un equipo internacional de astrónomos, encabezado por el Dr. Nikku Madhusudhan de la Universidad de Cambridge, ha realizado un descubrimiento fascinante en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, ubicado a 120 años luz de la Tierra.

Este planeta, que fue descubierto en 2017, es clasificado como un subneptuno, es decir, es más grande que la Tierra pero más pequeño que Neptuno. Se encuentra en la constelación de Leo y orbita una estrella enana roja en la llamada «zona habitable», un área donde se cree que podría existir vida.

El hallazgo más sorprendente es la detección de sulfuro de dimetilo en su atmósfera. En la Tierra, esta molécula solo es producida por algunos organismos vivos, como ciertas algas marinas. Gracias a las capacidades del Telescopio Espacial James Webb, el equipo de Madhusudhan pudo analizar cómo la luz de la estrella atraviesa la atmósfera del planeta durante sus tránsitos y, en 2023, confirmaron la presencia de esta molécula.

Un descubrimiento revolucionario a 120 años luz

«Estamos ante un momento revolucionario», comenta el Dr. Madhusudhan. «Es la primera vez que la humanidad ha detectado posibles biofirmas en un planeta que podría ser habitable». Sin embargo, la comunidad científica es cautelosa. Algunos investigadores, como Christopher Glein del Southwest Research Institute, advierten que K2-18b podría ser un planeta rocoso con un océano de magma y una atmósfera hostil para la vida tal como la conocemos.

Otros expertos destacan que el sulfuro de dimetilo podría formarse por procesos no biológicos, lo que complica aún más la interpretación del hallazgo. «Es una pista. Pero aún no podemos concluir que el planeta sea habitable», asegura Stephen Schmidt, científico planetario de la Universidad Johns Hopkins. Para desentrañar este misterio, se necesitan más datos del Telescopio Espacial James Webb y experimentos que simulen las condiciones de los subneptunos.

Un futuro incierto para la investigación

El futuro de estas investigaciones es incierto, pues existe la posibilidad de recortes presupuestarios a la NASA, impulsados por la Administración Trump, que podrían poner en riesgo los telescopios de próxima generación necesarios para continuar explorando estos enigmáticos mundos.

Fuente: Medios Internacionales

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